jueves, 21 de mayo de 2009

Cuando la espera desespera

El otro día leí en un libro de los "Cómos" que un niño viene a este mundo cuando:
"...los padres hacen el amor de verdad..."
Yo nunca lo hice de mentira, salvo en algunas ocasiones en que bebí de más, y ya saben que el "amigo" no se encuentra con las mínimas condiciones laborales. Creo, además, que en esta ocasión debí hacerlo verídicamente. Porque según uno de los test de embarazo, que venden a granel en la farmacia, dio positivo.
Hay que indicar que en esta ocasión no acudí junto a mi pareja compungidos y asustado por el incierto resultado. Esta vez, veníamos, "sincerándonos al por mayor", cuando hacíamos el amor. Por ende el resultado esperado fue el que vilumbramos, luego de que ella orinó en el recipiente plástico del test, nos leímos el manual y después de cinco minutos aparecieron dos líneas rojas el la bandita reactiva.
Asumida la primera noticia nos apersonamos a la sociedad médica donde después de sacar turno y esperar a que nos toque entramos al consultorio del ginecólogo. Emocionados le contamos nuestras certeras sospechas. Ni se inmutó. Seguro, cuantas personas llegarán a diario donde él con noticia similares. Iluso yo, pensar, que se iba a emocionar hasta las lágrimas.
En fin, sabida la falta de emotividad del galeno, procedimos a preguntar lo que proseguía para confirmar nuestros deseos. La burocracia entró a tallar y además de enviarnos a hacer algunos exámenes de laboratorio actuó con tal displicencia que ahora me explico porque en este país no pasa los tres millones de habitantes hace mucho tiempo.
No queda otra, a esperar. Y si quieren saber más sobre mi primogénito(a) (llámese pokemón que viene en camino) no dejen de seguir aquí las noticias.