martes, 19 de febrero de 2013

Apagar las velas

¿De dónde viene aquél ritual de apagar las velas de la torta en los cumpleaños? ¿Alguna vez se lo preguntaron? Yo me lo cuestioné anoche, mientras veía una película en casa.

Pero, ¿siempre hemos festejado nuestros onomástico con un soplido sobre las velas de colores que adornan nuestra torta? Pues en realidad no siempre fue así. Existen varias teorías, no oficiales, de cómo comenzó esta hermosa tradición.
La que más me gustó data demediados del siglo IV. En esa época no existía la luz eléctrica y la gente se alumbraba con cirios y lámparas. Se dice que ha Alejandro III de Macedonia, más conocido como Alejandro Magno, le encantaban los pasteles. En uno de sus cumpleaños, aprovecharon los mismos para colocar velas sobre ellos. Así alumbraban y decoraban la mesa.
Ese día, él, pidió un deseo: derrotar al imperio persa. Sopló las velas para demostrar su fuerza, su deseo se convirtió en realidad y desde entonces hay mucha gente que se cree Alejandro Magno.

En nuestros tiempos también pedimos un deseo. ¿A quién? No sé. Supongo que a la vela. Pero repasemos el rito completo para comparar.
Las velas deben ir sobre la torta. Nos encantan las tortas dicho sea de paso. Y como no gustarnos con los deliciosas y lindas que son en la actualidad. Creo que a Alejando le encantarían más las de ahora que las de su época. Al menos visualmente.
Las actuales velas tampoco son como la de entonces. Siguen siendo fabricadas con cera, pero hoy podemos apagar las llamas de la cabeza de nuestro personaje favorito. Incluso algunas parecen un volcán en erupción y no juegan bromas al encenderse y apagarse. Variedad para todos.

Antiguamente las velas iban dedicas a una deidad, o para rendirle cultos a los santos. Hoy por hoy el agasajado, también es alguien especial y si bien no llega a ser Dios, ni santo; se le rinde homenaje y recibe tratamiento de especial relevancia sobre el resto de los asistentes.
Luego cuando se generalizó el uso, con permiso de la iglesia católica, las velas empezaron a verse en cada aniversario del natalicio de cualquier persona. Especialmente después de que empezaron a aparecer los primeros registros de nacimientos.
La idea era poner el mismo número de velas, como años se cumplieran en señal de vida. Incluso los campesinos germanos ponían una de más en representación de la luz de la vida. Hoy por hoy, las mujeres mayores, prefieren que el número de velas sea simbólico para que no se descubra su  verdadera edad. Digamos que ahora no se sabe disfrutar de la importancia que nos brinda la experiencia que nos dan los años.
Las lucen se apagan, entra la decorada torta con las velas brillando, la exhiben ante nuestra radiante alegría, una canción se entona, compartimos con nuestros seres queridos, pedimos un deseo sin abrir la boca (sino no se cumple), las velas se apagan y las luces se vuelven a encender entre aplausos y risas. ¡Qué lindo no! Menos mal que a Alejandro Magno, nadie le embarró una torta en la cara luego de pedir el deseo, sino la que se armaba.

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