¿De dónde viene aquél ritual de apagar las velas de la torta
en los cumpleaños? ¿Alguna vez se lo preguntaron? Yo me lo cuestioné anoche,
mientras veía una película en casa.
Pero, ¿siempre hemos festejado nuestros onomástico con un
soplido sobre las velas de colores que adornan nuestra torta? Pues en realidad
no siempre fue así. Existen varias teorías, no oficiales, de cómo comenzó esta
hermosa tradición.
La que más me gustó data demediados del siglo IV. En esa
época no existía la luz eléctrica y la gente se alumbraba con cirios y lámparas.
Se dice que ha Alejandro III de Macedonia, más conocido como Alejandro Magno,
le encantaban los pasteles. En uno de sus cumpleaños, aprovecharon los mismos
para colocar velas sobre ellos. Así alumbraban y decoraban la mesa.
Ese día, él, pidió un deseo: derrotar al imperio persa. Sopló
las velas para demostrar su fuerza, su deseo se convirtió en realidad y desde
entonces hay mucha gente que se cree Alejandro Magno.
En nuestros tiempos también pedimos un deseo. ¿A quién? No
sé. Supongo que a la vela. Pero repasemos el rito completo para comparar.
Las velas deben ir sobre la torta. Nos encantan las tortas
dicho sea de paso. Y como no gustarnos con los deliciosas y lindas que son en
la actualidad. Creo que a Alejando le encantarían más las de ahora que las de
su época. Al menos visualmente.
Las actuales velas tampoco son como la de entonces. Siguen
siendo fabricadas con cera, pero hoy podemos apagar las llamas de la cabeza de
nuestro personaje favorito. Incluso algunas parecen un volcán en erupción y no
juegan bromas al encenderse y apagarse. Variedad para todos.
Antiguamente las velas iban dedicas a una deidad, o para rendirle
cultos a los santos. Hoy por hoy el agasajado, también es alguien especial y si
bien no llega a ser Dios, ni santo; se le rinde homenaje y recibe tratamiento
de especial relevancia sobre el resto de los asistentes.
Luego cuando se generalizó el uso, con permiso de la iglesia
católica, las velas empezaron a verse en cada aniversario del natalicio de
cualquier persona. Especialmente después de que empezaron a aparecer los primeros
registros de nacimientos.
La idea era poner el mismo número de velas, como años se
cumplieran en señal de vida. Incluso los campesinos germanos ponían una de más
en representación de la luz de la vida. Hoy por hoy, las mujeres mayores,
prefieren que el número de velas sea simbólico para que no se descubra su verdadera edad. Digamos que ahora no se sabe
disfrutar de la importancia que nos brinda la experiencia que nos dan los años.
Las lucen se apagan, entra la decorada torta con las velas
brillando, la exhiben ante nuestra radiante alegría, una canción se entona, compartimos
con nuestros seres queridos, pedimos un deseo sin abrir la boca (sino no se
cumple), las velas se apagan y las luces se vuelven a encender entre aplausos y
risas. ¡Qué lindo no! Menos mal que a Alejandro Magno, nadie le embarró una
torta en la cara luego de pedir el deseo, sino la que se armaba.