"Cyber's Vs. Consolas"

Cuando la tarde de ayer pasé por un cybercafé vi a unos chicos que jugaban play station 2. Hay que indicar numerito y todo para que no se diga que uno está desfasado. Por cierto no se por qué motivo, razón o circunstancia (como diría Don Ramón) llevan ese nombre. De los 200 "cyber's", a los que habré ido en todo mi recorrido latinoamericano nunca, salvo en uno, me sirvieron café. Dicho lugar se llama "Silver" y por su osadía de servir café en un cybercafé hay que mencionarlo con nombre propio. ¡Felicitaciones!

Pero por otro lado se supone que un cybercafé en un lugar de encuentros cibernéticos. Así que no se por donde entra el motivo para introducir juegos de videos dentro de los cyber's. Acepto incluso los juegos en red porque se juegan desde la misma PC. Pero una consola de video implica colocar un televisor adicional. En todo caso porque alguien no inventó los 'consolacafé', los 'Wiicafé' o en todo caso los 'playcafé' (sólo para jugadoras). No, nadie se dio ese trabajo así que sólo ocuparon un poco de espacio ajeno.

Pero al ver a estos niños, prepúberes y adolescentes entretenerse de tal manera, excitarse con cada movimiento y proliferar palabrotas irreproducibles (que genio para inventar nuevos insultos), no puedo dejar de añorar aquella época en la que yo era parte de los video juegos.

Parece que fue ayer. Bueno, en realidad fue ayer, en la noche. Anoche. Y es que casi todas las noches invadimos el sacrosanto hogar de una pareja de amigos ya casados, después de dos décadas y media de haber nacido, con el mismo objetivo con el que nuestros antepasados vistaban a sus amigos para libar licor. Entretener al marido y fastidiar a la esposa.

Y déjenme decirles que no me da vergüenza. Pues después de haber leído que el número 2 del tenis mundial, Rafael Nadal, se escapa de las concentraciones para jugar Pro Evolution Soccer con sus 'top ten amigos' no me averguenzo. Después de saber que el es muy poco profesional y perdería mucho en una amanecida fortuita (te amaneces jugando sin darte cuenta) caigo en la idea de que tengo mucho menos que perder.

En todo caso la discusiones por el gol anulado, la falta de obediencia del control (como si tuviese vida propia), los sonidos onomatopéyicos que se emiten, algunos olores que se escapan y nuevamente variedades de insultos, cambios de sexo a los jugadores, discriminación de todo tipo con ellos, nos hacen caer que somos más felices siendo humanos. ¿Cómo llegué a esa conclusión? No se las diré porque esta sera mi excusa para seguir jugando.