Ya llegó la prima Vera

No es posible, deben esta jugando conmigo pensé hace algunos pocos días. Mientras intentaba conciliar la temperatura de mi cuerpo con los vientos polares helados, a cierta chica llamada Vera se le ocurre venir a despertarme estos calores internos y externos. Sentí que se me iba a parar el corazón con estos vaivenes corpóreos.

Todo empezó hace unos cuantos meses atrás cuando unos escalofríos invadieron mi cuerpo debido a la soledad que dejaba en mí la pérdida de calor humano. Alguno pueden decirme que el frío invadió mi cuerpo, pero prefiero pensar (como lo hacen los físicos) que mi cuerpo perdió calor. Comencé a temblar por sentirme de esa manera. La angustia y la ansiedad hicieron presa fácil de mí. Sin embargo gracias a la ayuda de una mujer (mi doctora) pude salir sin problemas de esta etapa de mi vida.

Bueno se presentaron algunas dificultades posteriores como que no tenía como pasar mis noches invernales calientito o como que no se despertaba en mi las ganas de sonreir. Sin embargo poco a poco me fui adaptando a esta forma de vida. Me sumergí por completo en este submundo gélido e intenté adaptarme a él con resultados bastante positivos.

Después de un par de semanas ya no sentía la falta de calor. Podía satisfacer por mi propia mano la pérdida de contacto humano. Mientras todo el mundo se ponía el poncho encima, yo me descubría y me entregaba, sin prejuicios, totalmente desnudo. Esto hizo en mí superarme, acostumbrarme a esta nueva vida vacía de sentimientos, me hizo cabalgar por una pista de hielo sin caerme.

Y cuando ya estaba en la cúspide de la adaptación, todo cambió nuevamente. Las minifaldas comenzaron a proliferar. Según me dijeron la prima Vera llegó y con ella los calores regresaon nuevamente. Ahora la gente que antes se ocultaba bajo los ponchos se descubrió. El calor era cada vez más grande porque yo aún estaba acostumbrado al frío invernal. Incluso volví a enfermarme y la doctora me volvió a salvar.

Cada vez entiendo menos a este mundo glbalizado y caliente globalmente. No me deja adaptarme a nada. Empieza, entonces, un nuevo proceso de adaptación.